martes, 24 de junio de 2014

A propósito del Día del Maestro y la Maestra.


Carta a los maestros y maestras, mis compañeros de siempre en la función de formar más y mejores seres humanos:

 Señores/as
Maestros y maestras
Sus manos

 Queridos compañeros:

      He reflexionado mucho en torno a determinar cuál es el mejor regalo que podemos darnos en el día del maestro y la maestra, llegando a una sincera conclusión, el mayor tesoro somos nosotros mismos, cuando nos convertimos en: forjadores de esperanzas, creadores de oportunidades y palanca para el logro de los sueños; por tanto los invito a reflexionar sobre nosotros mismos:

    
     Maestros y maestras seamos como el ganso que bate sus alas ayudando al compañero a volar más rápido y más alto.
Seamos capaces de ver las cosas que nos unen, sin ver las diferencias que nos separan.
Seamos la guía que ayuda a multiplicar los talentos y habilidades de los demás.
Seamos los sin rostro, que ayudamos a los otros a construir el suyo en silencio sin buscar fama ni gloria.
Comprometámonos a pasar de generación en generación el honor y el  valor de nuestra humanidad.
Sintámonos seguros, felices y realizados, para proyectar a otros la alegría de vivir.
     Queridos compañeros recordemos que:
El verdadero maestro/a es como un cristal donde se transparentan las ideas.
El verdadero maestro/a es como una gota de rocío que mitiga la sed y refresca el pensamiento.
El verdadero maestro/a es autor y actor, a la vez que crea recrea, interpreta e involucra a otros en la función.
El verdadero maestro/a siente pasión por lo que hace, buscando siempre un objetivo.
El verdadero maestro/a cree que él puede, cree que los otros pueden.
El verdadero maestro/a actúa con elegancia y en ello denota buen gusto, equilibrio y armonía.
El verdadero maestro/a es como el viento que sopla en la cima de los montes, ágil, limpio, refrescante y puro.
El verdadero maestro/a no se honra en lo que recibe, se honra en lo que da.
El verdadero maestro/a no pide a Dios cambiar el mundo, pide a Dios cambiarse así mismo.
El verdadero maestro/a sabe ser anfitrión para dirimir conflictos y huésped para llevar paz amor y sabiduría.
El verdadero maestro/a no es el que traza pautas, es el que sirve de guía.
El verdadero maestro/a no es el que señala sendas, es el que camina junto al discípulo por la vía.
 
      Si hacemos esto “será como árbol plantado junto a corrientes de agua que da su fruto en su tiempo y su hoja no cae, todo lo que hace prosperará”. Salmo 1-3.
      Con profunda alegría  doy gracias a Dios por permitirme tenerlos como compañeros/as en esta ardua pero gratificante tarea de ayudar a construir conocimientos, habilidades y actitudes para vivir , y así a todos aquellos que se dediquen a enseñar y aprender.

Att. Nurys Beltré

          (Del Libro: El Maestro y la Maestra: un viaje al corazón y tres puertos de llegada)
                                                                                                              (Leida Nurys Beltré)

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