MADRE
Madre, tu rústico acento,
tu tosco andar,
tu callada presencia
no han podido en ti acallar
el deseo de consolar,
ni el don de la paciencia.
Madre, aunque escasa tu instrucción
no por ello fueron menos
tus tormentos y dolores
tus desvelos y atenciones.
Madre, Respetaste como nadie
inquietudes y anhelos,
fuiste un muro de silencio
compartiendo,
muy adentro de tu alma
mis calladas emociones.
Madre, tras tu alegría aparente
corren silenciosas dos lágrimas,
salen cortas las palabras,
son dos gestos que demuestran
lo sensible de tu alma.
Madre, eres ejemplo
y testigo que alecciona
que para amar a los hijos
no se necesitan
ni cátedras, ni lecciones
porque sólo hay que tener
abierto los corazones.
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